Baby Reindeer vs privacidad

Baby Reindeer vs privacidad: el juego infinito de espejos

 

Baby Reindeer vs privacidad.

Pocas series te dejan tan mal cuerpo como “Baby Reindeer” (o “Mi reno de peluche”).

Y pocas son tan poliédricas y dan tanta importancia a la privacidad.

Tenemos todos esos episodios sueltos de Black Mirror que conocemos y amamos. O alguna cosa o alguna otra de Juego de Tronos. ¿Alguien ha dicho Star Wars?

Pero esto es toooda una serie enterita.

Veamos.

AVISO: ¡ESPOILERS A CASCOPORRO AHEAD!

(Vamos a jugar a un juego: para dar una vuelta de tuerca más a este mirror-post, voy a insertar en cursiva acotaciones vinculando personajes y acciones de la serie con dinámicas presentes entre cualquier red social mayoritaria y sus usuarios. O sea: tú).

 

1.- El juego infinito de espejos

Richard Gaad es al mismo tiempo, actor, escritor y, glups, protagonista en la vida real de lo que se cuenta. La serie está basada en hechos reales, y lo sucedido tras su emisión no hacen sino alargar aún más su sombra.

Interpreta a Donney Dunn, un perdedor profesional al que todo le sale mal, pero que nos cae bien.

Es un buen tipo, pero hace cosas que no encajan. Que nadie en su sano juicio haría.

Y tiene una faceta oscura que se desvela a medida que avanza la serie.

(Donney Dunn eres tú, y tú como Donney, te consideras a ti mismo buena persona, padre, madre, ciudadano, porque eliges (in)conscientemente no mirar o ver según que cosas que integran tu identidad, porque forman parte de tu personalidad).

 

2.- Toxic Martha

Martha, personaje excelentemente interpretado, es la clave de la serie.

La actriz clava un tipo de persona que todos hemos conocido y sufrido: un (o una) Bambi pasiv@-agresiv@ que se presenta como un maltrecho Mimosín y se te sube a la chepa en nada y menos.

Martha es experta en apretar y aflojar, en pasar del matonismo a la autocompasión en un parpadeo. En tocar los cojones a muerte y disculparse con lágrimas en los ojos una décima de segundo antes de que la mandes a pastar.

Cualquiera aprende a reconocer las señales y huir de Martha.

Donney, por lo que sea, no.

(Martha es la red social de tu elección: te llaman la atención los gatos gorrdos, la gente mona, los sudokus o lo sea, y en un par de días te ves pegado a la pantalla con los ojos inyectados en sangre a la una de la mañana, sin poder dejar de escrollear para ver un último gato gorrdo antes de irte a la cama: todo esto es viejo y lo inventó el Dr. Skinner).

 

3.- Todopoderosa Martha

Pero Martha además se revela como un supervillano total: escanea e identifica todas las vulnerabilidades de Donney desde la primera décima de segundo y las explota sin límite ni descanso.

Es, además, una experta acosadora: lo ha hecho muchas veces antes.

Lo peor de todo: la muy cabrona ERA ABOGADA: sabe perfectamente en qué punto parar para no entrar en tipos penales. Lo graba todo. Y sabe encontrar o deducir datos clave de Donney y sus allegados que le ayudan a propagar el terror.

(¡Ay, compañer@s! ¡Cómo somos!)

 

4.- Cotilleo: medio en vez de fin

Martha penetra en la vida de Donney explotando su falta de autoestima y su necesidad de atención ajena. Y se va enterando de detalles cada vez más íntimos. Información que, por supuesto, explota para sus propios fines.

(Martha hace lo mismo y con las mismas herramientas psicológicas que cualquier red social hegemónica actual.)

Donney oculta a sus compañeros su carrera como monologuista, al mundo su interés romático real y a sí mismo el trauma que explica su errática conducta.

Martha gana poder sobre Donney al mismo ritmo que acceso a sus amigos en Facebook, y a esos detalles que Donney -o cualquiera- oculta con celo.

(Poco que añadir en cursiva…)

 

5.- Mirando a otro lado

Cuanto más sabemos de Donney, más clara resulta su implicación en todo lo malo que le ocurre.

Palabras como “voluntad” o “responsabilidad” no reflejan bien su intervención en el tema.

Probablemente no es consciente todo el tiempo de lo que hace mal: en momentos clave lo es, pero entierra inmediatamente esa lucidez bajo su máscara social.

Muy humano todo.

(¿Y dónde te vas cuando quieres olvidarte de algo malo o buscas una satisfacción dopamínica instantánea? A tu red social favorita: choose your poison.)

Y le pasa a todo el mundo ¿N0? ¿Eh? ¿No?.

(Mucho y bien se ha escrito sobre nuestros abanicos de máscaras para distintas redes –o situaciones- sociales…)

 

6.- Las buenas gentes que te echan una mano

Teri y Keeley son los intereses románticos (confesos) de Donney (vamos a, uhm, dejar fuera a Martha).

Son, además, de los pocos personajes cabales y decentes de toda la serie.

Teri es su novia trans.

Donney creó un perfil falso para cortejarla “confortablemente”.

Teri le sufre hasta que le cuenta las verdades del barquero antes de darle la patada de la gallina. Como quien extirpa un tumor.

Conducta ejemplar que Donney hubiera hecho bien en aplicar a su propio vida.

En perspectiva, uno detecta cariño y agradecimiento del autor por esas dos personas en que se basan estos personajes.

 

7.- La pulsión autodestructiva

Nadie va a olvidar el episodio 4.

Darrien es una Martha más eficiente -porque sí consigue lo que quiere-. Con la inquietante –por cómo se muestra en pantalla- colaboración de Donney.

(El concepto de “consentimiento” aquí es inadecuado por tantas razones que este jurista datero casi sufrió una embolia).

(Martha penetra por la puerta de dolor que Darrien abrió en su día. El punto más aterrador para este jurista-seriéfilo, bien reflejado en Baby Reindeer es lo peligrosa que pueden ser esas personas que identifican tus debilidades y las explotan a fondo. No hay tipos en el código penal para estas cosas). 

Esta conducta, perpetrada por grandes plataformas, se ha erigido en uno de los modelos de negocio más exitosos y lucrativos de este siglo.

Darrien no «vende tus datos». La cosa viene a funcionar como si Martha le pidiera a Darrien información sobre personas vulnerables con tales características de inseguridad y cero autoestima y Darrien…. bueno, Darrien le indicara el bar donde trabaja Donney, sin decirle su nombre -por supuesto- pero sentándola ante el camarero de los ojos saltones…

¿Os parece una buena explicación del profiling para hacer publicidad personalizada?). A mí sí.

 

 

8.- La catarsis del tomatazo

Cuando parecía que la serie ya había enseñado todas sus cartas, bocado en la yugular: nos toca asistir, ojipláticos a esa catarsis tan autodestructiva como redentora de Donney (capítulo 6).

Personalmente me impactó más el 6 que el 4.

En una especie de homenaje catredralicio al art. 9.2.f RGPD, Donney vomita todo su dolor en público cual bola de pelo.

Se libera del peso que ha ocultado todo ese tiempo y, al hacerlo, recibe toooda esa atención que tanto anhelaba.

(En la vida real, el autor “estrenó” calculadamente su catártico monólogo como show en el Fringe Festival de Edimburgo: nada de improvisación en estado de shock. La actuación fue grabada y viralizada en Youtube haciéndole famoso.)

 

9.- The end

El último episodio es flojeras, en especial el incomprensible e irresoluto reencuentro con Darrien.

Pero el final-final sí es satisfactorio, al reiniciar all over again el juego de espejos con el prota en el papel de Martha.

(Extraiga el lector sus propias conclusiones de esto)

 

10.- La vida loca. El “meta” (fuera de la pantalla) de la serie

Al estrenar la serie, Richard Gadd dobla su apuesta, despelotándose emocionalmente, esta vez delante de toda la audiencia de Netflix.

Y ha tenido un éxito enorme.

Como no podía ser de otro modo, legiones de fans se lanzaron a identificar a Darrien y Martha en la vida real. Richard Gadd tuvo que salir a defender a un sospechoso que había sido públicamente linchado sin “juicio justo”.

Como no podía ser de otro modo, real-life “Martha” (Fiona Harvey) se ha lanzado a contar su verdad y a demandar a Netflix por 170 millonacos de dólares.

 

Bonus track 1: Otros monólogos catárticos de interés:

Uno.- El fallido y patético intento de retorno post-cancelación de Louie CK con “Sorry” un show mediocre en el que no pide perdón (ni hace gracia) a nadie.

Dos.- El extraordinario “Baby J” de John Mulaney (Netflix), el cómico más en forma del momento, arrancando admiración, empatía y lágrimas de risa con un número basado en su politoxicomanía y en su rehabilitación.

Tres.- El “Get on your knees” de Jacqueline Novak (Netflix): una catarsis muy distinta: 90 cegadores minutos de filosofía, poesía y lucidez sobre… mamadas. Que nadie se equivoque: creo que es el mejor monólogo de los últimos años, aunque quizá no haga gracia a muchos señoros. Amigas: dadle una oportunidad.

 

Bonus track 2: “I may destroy you”

Baby Reindeer hace referencia directa en no pocas ocasiones a I may destroy you (HBO). Una serie similar pero (para mi gusto) mucho más profunda y menos efectista.

También está protagonizada por la actriz y guionista que cuenta cómo se recuperó de varios delitos sexuales en la vida real.

El jurista interesado en explorar ejemplos gráficos para ilustrar los límites del consentimiento, tiene una mina de oro en IMDY.

 

Muuy buena semana.

 

Jorge García Herrero

Abogado y Delegado de Protección de datos