el Testamento de la Tía Conchita

El Testamento de la Tía Conchita

La Historia

La Tía Conchita, fiel devota de la Virgen del Carmen, acudió a una abogada para asesorarse en la elaboración de su testamento.

El reparto de su patrimonio no planteó dificultades: tenía tres sobrinas y las ideas muy claras.

El detalle que hizo interesante está historia fue el empeño de la Sra. Conchita por dejar bien claro que quería que se la enterrara con el vestido que para la ocasión guardaba en el altillo de su armario.

A su muerte, sus sobrinas – conocedoras de la voluntad de su querida tía-, se emplearon a fondo, asegurándose de que se llevara puesto al otro mundo el contenido de la caja que hallaron en el lugar señalado del armario: un traje de gitana. Así, la vistieron con su traje y todos los complementos que encontraron.

De este modo se enterró a la Tía Conchita, y todos los implicados pudieron compensar en alguna medida la pena por su ausencia, con la satisfacción de haber cumplido al pie de la letra la última voluntad del testador –que como es sabido, es la ley de la sucesión-.

El problema surgió cuando, meses después, tuvieron oportunidad de examinar con más calma los enseres de la fallecida, y dieron con otra caja en el mismo altillo del armario, que se había atascado y no habían visto al preparar el funeral.

Esta segunda caja contenía el hábito de las devotas de la Virgen del Carmen.

La opción estilística del hábito, vista en perspectiva, se evidenciaba mucho más propia para la ocasión e idiosincrasia de la Tía Conchita que la que sus pobres sobrinas, con la mejor intención, le habían dispensado.

Encontré este clásico instantáneo en otro blog joven, el de MJLetrada, que les recomiendo.

¿Moraleja?

La realidad supera la ficción.

La preparación del testamento propio es una tarea complicada: es un tema que nos incomoda y que por eso postergamos. Además nos exige decisiones incómodas y difíciles de tomar (reparto de patrimonio, sustitutos, tributación, albacea…). Y encima, en algún momento suele aparecer un abogado o un notario que te dice que no puedes hacer exactamente lo que quieres.

Adicionalmente, hay una cierta tendencia a zanjar todas las cuestiones de una vez, cuando ello no es necesario: se hace camino al andar.

Es preferible dotarse de un testamento en el que se resuelva lo más importante o urgente, mientras se avanza en la elaboración de otro más ambicioso y trabajado.

La importancia de un Testamento bien hecho.

Algún día (y estas cosas llegan sin avisar) su testamento -o la falta del mismo- será muy importante para los suyos. Especialmente si existen situaciones que requieran una planificación o estrategia concretas, como la integridad de la empresa o la paz familiar una vez que quien mantenía la cohesión, haya desaparecido.

Lo más adecuado es meditar el tiempo necesario y asesorarse con un especialista.

Otorgar una cautela sociniana en diez minutos en una notaría no es, ni mucho menos, la panacea.

Dicho esto, la peor solución es no hacer nada: el régimen legal en defecto de testamento arroja soluciones muy deficientes que habitualmente ponen en ventaja al heredero levantisco.

El único camino es conocer el marco jurídico: los límites impuestos por la ley, pero también las herramientas, que las hay, para alcanzar el objetivo de cada uno. Y combinarlas en una estrategia más amplia, que habitualmente afectará a muchos otros ámbitos jurídicos distintos del testamento.

Por ejemplo, la correcta identificación de las cajas del altillo del armario.

Y desde luego, deje las cosas bien claras. Que no les pase lo que a la Tía Conchita.

Buena semana.