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Sexting: Mark Ruffalo vs. Tiziana Cantone

 

Me reía el otro día con el spot de 37 actores estadounidenses solicitando el voto demócrata en las próximas elecciones.

Es un formato repetido en cada elección presidencial, pero con un giro novedoso: en la última parte, todos prometen que Mark Ruffalo saldrá desnudo en su próxima película si no gana Trump.

 

El spot está bien interpretado y es muy divertido. Mark Ruffalo se hace el sorprendido, etc…

En realidad, la broma sirve para hacer ver que Ruffalo  es un gran tipo: está dispuesto a enseñar sus -deseadas- carnes por una buena causa.

Y también, por supuesto, para dar publicidad gratuita a su próxima película.  

Pero un momento: permítanme dar dos giros a esta situación:

¿Qué pasaría si en lugar de Mark Ruffalo, quien hiciera ese generoso ofrecimiento fuera una actriz?

Creo que la calificación general no sería la misma. Pasaríamos del “qué divertido lo de este tipo”, a otro tipo de conceptos. No tan benévolos.

Pero no quería escribir hoy (sólo) sobre machismo. Quédense conmigo un minuto más:

¿Qué pasaría si quien aceptara ser grabada desnuda fuera una anónima ciudadana, porque sí, en el ámbito de su intimidad?

¿Cuál sería la calificación general sobre esta anónima ciudadana?

No hace falta hacer cábalas. Tenemos recientes algunos casos.

Empezando por la pobre Tiziana Cantone, cuya historia a estas alturas todo el mundo conoce.

Los hechos que provocaron el descenso a los infiernos de Tiziana Cantone son, en España hoy, constitutivos de delito (la divulgación -sin consentimiento- limitada primero y viral después, de varios vídeos sexualmente explícitos cuya captación sí fue consentida-).

El artículo relevante (lo que se denomina popularmente “sexting”) es el 197.7 del Código Penal:

«197.7. Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce meses el que, sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros imágenes o grabaciones audiovisuales de aquélla que hubiera obtenido con su anuencia en un domicilio o en cualquier otro lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, cuando la divulgación menoscabe gravemente la intimidad personal de esa persona.

La pena se impondrá en su mitad superior cuando los hechos hubieran sido cometidos por el cónyuge o por persona que esté o haya estado unida a él por análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, la víctima fuera menor de edad o una persona con discapacidad necesitada de especial protección, o los hechos se hubieran cometido con una finalidad lucrativa

Este delito de sexting se introdujo en 2015 en el Código Penal español.

En Italia no existe.

Pero creo que si los hechos hubieran sucedido en España, el tratamiento mayoritario en redes sociales ante esos vídeos hubiera sido igual.

El linchamiento público, equivalente.

La lentitud de la administración de justicia en dispensar amparo a la víctima, idéntica.

De hecho, el tratamiento en prensa de la historia de la italiana no ha sido precisamente compasivo con la víctima. Ni siquiera tras su muerte.

La víctima

En la mayor parte de los casos, expresa o tácitamente se ha responsabilizado a la víctima.

Hay un elemento de “hay que tener más cuidado” o “ella se lo buscó” que sobrevuela la mayor parte de esas crónicas.

Como bien dice la experta en ciberdelincuencia y jefaza de la Policía Nacional Silvia Barrera (@sbarrera0):

  1. Si se responsabiliza de este tipo de fenómenos a la víctima, no debe sorprender que estos delitos no se denuncien.
  2. A Tiziana no le hundió la vida una red social, sino la gente.

La gente delincuente, añado, porque la definición legal del 197.7 incluye (castiga) no sólo a quien realiza la primera divulgación no autorizada del vídeo, sino también a todos y cada uno de quienes rebotan, retuitean o forwardean el archivo. Y estos fueron legión en Italia.

¿Se puede Hacer Algo?

En el mismo post, Silvia Barrera explica además lo que se debe hacer cuando uno ha sido víctima de un delito de “sexting”.

También me parecen valiosos los consejos del post de Alfredo Herranz sobre este mismo caso.

Hay una dificultad técnica indudable en identificar y perseguir a los miles de anónimos (o no) participantes en el degüello público de la víctima. Pero algo me dice que podría hacerse más.

Me pregunto: si esos mismos miles de ciudadanos demostraran un interés claro en hacer una compra importante, creo que sí se activaría la tecnología más avanzada para, no sé si identificarlos completamente, pero por lo menos, no perderles la pista.

¿No creen?

Antecedentes Ilustres

Hace un par de años tuvimos the Fappening, la filtración masiva de desnudos de famosas que trajo consigo otro masivo consenso en la culpabilización de las víctimas.

En este caso, un solo ciudadano ha sido acusado (y se ha declarado culpable) de conseguir acceso a las cuentas de las víctimas mediante phishing.

Y el año pasado, tuvimos lo de AshleyMadison.com, con su curioso baile de responsabilidades: no se sabía quién era peor, si los crackers responsables del saqueo, los abonados, o quienes montaron esas webs que permitían saber si tu vecino (o el delantero del equipo de fútbol rival) tenían cuenta en el servicio.

¿Se Puede Hacer Algo Más?

Desde luego. La vía más efectiva debería ser la de la educación, más que la de la represión.

Me remito aquí a lo argumentado en este bien argumentado post de Fernando Portillo Rodrigo sobre violencia machista.

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No dejen de hacerlo

Hace treinta años mi abuela se escandalizaba porque las chicas se daban besos con sus novios en plena calle, en los parques.

Hoy la gente se graba con el móvil haciendo cosas. Y mañana, Dios dirá.

Como dice Alicia García en este acertado post, cada cual puede hacer lo que le dé la gana con su intimidad.

Así que, por favor, no dejen de hacer lo que les dé la gana.

Eso sí, tengan cuidado porque hay mucho cabrón suelto.

El problema está en esto último, no en lo primero.

Extremen las precauciones con lo grabado: Consérvenlo en local. Encriptado. Bajo siete llaves. No lo suban a ninguna nube.

Si eligen enviarlo por medios electrónicos, utilicen aplicaciones con cifrados robustos y autocombustibles. Como por ejemplo,  Wickr.

Lo más importante: acierten con su compañer@ de viaje en ese deporte.

Y no olviden:

Si algún mal bicho (o miles de ellos) se cruzan en su camino, las cosas serán muy distintas dependiendo de que usted se llame Mark Ruffalo, Jennifer Lawrence o Tiziana Cantone.

Buena semana.

Jorge García. Abogado.

Contácteme en jorge.garcia.herrero@gmail.com o en @jgarciaherrero