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Sentencia Google: Cachitos de hierro y Chrome

 

El 5 de agosto de 2024, el juez estadounidense Amit Mehta emitió una sentencia que declara que Google ha mantenido un monopolio ilegal en el mercado de las búsquedas online.

Esta decisión histórica sigue la lucha contra los monopolios tecnológicos, tras otros casos históricos como los de AT&T y Microsoft.

Sin embargo, aunque la sentencia responde clara y contundente a las preguntas ¿Qué, quién y por qué?, deja abierta una pregunta crucial:

¿Por dónde?

O dicho de otro modo, ¿qué hacemos con Google para arreglar la situación creada?

 

La sentencia y sus implicaciones

 

En su sentencia de, erm, 277 páginas, el juez Mehta declara que Google utilizó diversas estrategias para mantener su monopolio y, asín, inflar los precios pagados por los anunciantes y, en última instancia, por ti y por mí.

Principalmente pero no sólo, pagos mil millonarios a Apple y otros fabricantes de software y dispositivos para asegurar que Google fuera el motor de búsqueda por defecto en sus productos.

Desde 2010, Google pagó 120.000.000.000 USD (!!!) para ser el buscador por defecto en Safari/iOS.

Sólo en 2022 la propina de Google a la manzanita alcanzó la friolera de un tercio de sus propios beneficios.

En 2021 pagó 26.000.000.000 USD (!!!!) a los fabricantes de móviles y de software por lo mismo.

Era difícil convencer al juez, al jurado o a cualquiera de que fabricantes y desarrolladores ofrecieran Google por defecto sólo por ser “la mejor opción”.

Ese dinero evitó que Apple desarrollara su propio buscador, asfixió toda competencia.

EL juez Mehta: “Tu plataforma puede tener una posición dominante, pero no puede abusar de esa posición dominante”. Quédense con tan simple y poderosa idea.

Lo tremendo es que suene disruptiva en estos días.

Google ha mantenido una ventaja injusta sobre sus rivales gracias a la distribución predeterminada de su motor de búsqueda. Esto le ha proporcionado una posición en la que puede influir y controlar el acceso a la información de una manera que sofoca a la competencia.

 

¿Y ahora qué?

 

El fallo es un triunfo histórico para la división antimonopolio de la administración Biden, su impacto dependerá de las acciones que se tomen para desmantelar los fosos que Google ha construido a lo largo de los años.

Desactivar los acuerdos con los que Google regaba de pasta a su teórica competencia no parece suficiente.

Obligar a los usuarios a elegir entre múltiples motores de búsqueda cada vez que realicen una consulta tampoco.

El desafío es, no solo castigar a Google por lo malo que ha sido, sino también abrir de verdad los mercados y restringir su capacidad para repetir la jugada en el futuro.

 

Antecedentes ilustres

 

Un ejemplo destacado es el caso de AT&T en el siglo XX. En 1956, el Departamento de Justicia de EE. UU. llegó a un acuerdo que obligó a AT&T a mantenerse fuera del negocio de la computación y a licenciar gratuitamente todas sus patentes. Esta medida impulsó el nacimiento de una nueva generación de empresas en los campos de la computación y los semiconductores, industrias esenciales en la economía estadounidense.

 

Más adelante, en 1984, Bell System, también gobernado por AT&T, fue escindida en ocho compañías más pequeñas, permitiendo el desarrollo de la industria de las telecomunicaciones y abriendo el camino para la industria de internet.

No sé si esto último salió muy bien a la vista de los hechos.

 

El caso de Microsoft en la década de 1990 es otro ejemplo relevante. En ese momento, Microsoft dominaba el mercado digital con su sistema operativo Windows, controlando la experiencia de los usuarios en más del 90% de las computadoras personales.

Declarado el monopolio, se impusieron restricciones que impidieron que la compañía impusiera su navegador en perjuicio de sus competidores.

 

Cachitos: Ad words, Android, Chrome

 

Inspirándose en estos precedentes, se están mascando dos posibles remedios.

 

El primero sería obligar a Google a desinvertir en su navegador web, Chrome, y en el sistema operativo móvil Android.

Estos productos actúan como «cuellos de botella» a través de los que Google ha impedido la distribución de productos de sus rivales. Si Google no controlara esos puntos clave, las perspectivas para los competidores emergentes mejorarían.

 

El segundo remedio propuesto (OJO A ESTO) sería obligar a Google a proporcionar acceso gratuito y abierto a todas sus tecnologías de inteligencia artificial y a (glabs) los vastos conjuntos de datos con los que estas tecnologías se entrenan.

Este enfoque sería similar a lo ordenado de 1956 contra AT&T, democratizando el campo de juego y dando a los nuevos participantes la oportunidad de construir productos competitivos. Además, esto también podría mejorar la calidad de las IAs, al permitir que más ojos supervisen la tecnología.

 

Conclusión

 

Este septiembre empieza otro juicio contra Google: esta vez por su abuso de posición dominante en el mercado de la publicidad digital.

Además de Google, otros gigantes tecnológicos como Apple, Amazon y Meta también enfrentan acusaciones de violar las leyes antimonopolio al favorecer sus propios productos en las plataformas que controlan y por adquirir a todo rival que les hiciera sombra.

La resolución de estos casos, y sus consecuencias podrían cambiar el mundo.

Pero no nos chupemos las pollas todavía.

La sentencia del juez Mehta es un paso crucial en la lucha contra el poder monopolístico en la era digital. Sin embargo, el verdadero impacto de este fallo dependerá de los remedios que se apliquen.

Para una visión más sombría del futuro (una de “infinitos abogados”) lean a Marta Peirano.

 

Jorge García Herrero

Abogado y Delegado de Protección de Datos