Innovación o regulación

«Innovación o regulación» y otros falsos dilemas pochos

 

 

 

Cada vez, repito: cada vez que alguien -normalmente un político, u otro tipo de vendedor- reduce un problema complejo a una elección entre “A” o “B”, te está intentando robar la cartera.

Sin excepción.

Para hacer el texto más ameno, le he preguntado a Perplexity por ejemplos de falsas dicotomías planteadas por políticos españoles y… para sorpresa de nadie, me ha devuelto nada más y nada menos que una tesis doctoral de 2021 que no deja títere con cabeza.

 

Innovación o regulación

Fuente: “Un análisis crítico del uso de falacias y mecanismos de refuerzo y atenuación en el discurso de los líderes políticos españoles en debates televisivos” de Xosé Fernández Barge.

 

¿Innovación o regulación?

 

En su paper “The False Choice Between Digital Regulation and Innovation” Anu Bradford cuestiona la narrativa -¿Alguien ha dicho falacia?- predominante que atribuye el éxito de las empresas tecnológicas estadounidenses a un entorno regulatorio permisivo, y el retraso de la UE a la excesiva regulación.

La autora identifica dos modelos regulatorios:

  • Estados Unidos: Un «modelo regulatorio impulsado por el mercado» que prioriza el libre mercado, la libertad de expresión e internet, con leyes antimonopolio débilmente aplicadas, ausencia de legislación federal sobre privacidad de datos y reglas muy permisivas de moderación de contenido.
  • Unión Europea: Un «modelo regulatorio con los derechos de los ciudadanos en el centro» que enfatiza los derechos fundamentales y la equidad del mercado, con un enfoque regulatorio intervencionista mediante el RGPD, leyes antimonopolio activamente aplicadas, y reglamentos como el DSA y el DMA (los famosos Reglamentos de Servicios Digitales y de Mercados Digitales).

 

El punto de vista o “COnsenso asumido COmúnmente sin INvestigación Suficiente” (en adelante, el “COCO-INSU”) u opinión del “cuñao medio” es que la regulación aumenta el coste operativo, desvía recursos de la innovación y crea barreras para el crecimiento.

Este COCO-INSU ha hecho fortuna en el discurso público y las posiciones políticas en EE.UU., reforzada por lo que sea, por el intenso e incesante lobby de la BigTech.

Nota: es muy posible que si leen ustedes el paper de Ms Bradford, no encuentren referencias al COCO-INSU o al cuñao medio: aunque no se lo crean, son de mi cosecha.

 

Innovación o regulación


La dicotomía de verdad es “simple pero erróneo vs complejo pero acertado”

 

Bradford argumenta que esta relación es significativamente más compleja:

  1. Privacidad: Aunque el RGPD cuesta dinero, también promueve innovaciones enfocadas en la privacidad. La normativa puede estimular productos que también se venden: «innovaciones sociales» (mayor privacidad y autodeterminación) e «innovaciones de mercado» (productos que responden a preferencias de consumidores más conscientes de la privacidad). No miro a nadie Apple.
  2. Defensa de la competencia: En contra de la percepción COCO-INSU, puede fomentar la innovación al reducir la concentración del mercado y estimular la competencia. Un mercado menos concentrado incentiva (más aún: permite) que empresas emergentes puedan innovar y desafiar a los gigantes tecnológicos, en vez de sólo aspirar a ser adquiridas por alguno de ellos como ocurre hoy. Reagan lo sabía.
  3. IA: Una normativa bien diseñada puede dirigir el desarrollo de la IA hacia aplicaciones más éticas, precisas y seguras, generando confianza en los consumidores y fomentando la adopción. Cosa que, a pesar de la verborrea de la BigTech, aún no está sucediendo. Para entendernos, en cosas más críticas que dibujitos estilo Ghibli.

 

Cinco factores -interesadamente omitidos- de la brecha tecnológica USA-UE

 

Bradford identifica cinco factores fundamentales a estos efectos:

  1. Ausencia de un mercado único digital: Las empresas europeas tienen que lidiar con un mercado fragmentado con diferentes idiomas, culturas y regulaciones nacionales, lo que dificulta escalar productos y servicios. Las grandes perjudicadas son las PYMES tecnológicas europeas, como todos los del gremio sabemos.
  2. Un mercado de capital muy fragmentado: Europa carece de mercados de capital integrados y de fondos de capital de riesgo del tamaño de los estadounidenses. Los mercados de capital europeos son más adversos al riesgo y menos propensos a invertir en nuevas empresas tecnológicas. La falta de financiación de capital de riesgo ha impedido que las empresas europeas crezcan y compitan a escala global. Los inversores de capital riesgo muestran un sesgo local, prefiriendo las empresas de sus países de origen.
  3. Leyes concursales punitivas. Aversión cultural al riesgo: Los regímenes concursales europeos son más severos, desalentando el emprendimiento. Culturalmente, Europa estigmatiza el fracaso empresarial, mientras que en Silicon Valley es visto incluso como una experiencia valiosa. Sin ir más lejos, Donald Trump consiguió algo al alcance de muy pocos: quebrar sus casinos.
  4. Rigidez del mercado laboral: Esta es un clamor: La normativa laboral produce rigidez en el coste de la mano de obra y menor agilidad en comparación con sus homólogas estadounidenses. Así, las start-ups de la UE son más cautas a la hora de ofrecer a sus empleados salarios generosos y opciones sobre acciones.
  5. Poco éxito (hasta ahora) para atraer el talento global: EE.UU. atrae talento internacional a través de universidades de élite y sueldacos atractivos. Europa enfrenta mayor resistencia política a la inmigración y carece de políticas unificadas para atraer talento. Esto está cambiando últimamente.

 

Conclusión

 

Anu Bradford sostiene que, en realidad, no existe una disyuntiva inevitable entre regulación digital y progreso económico.

Una normativa bien diseñada (repetimos esto: “bien diseñada”) puede ferpestamente promover al mismo tiempo innovación responsable y beneficios colectivos.

Para reducir la brecha tecnológica con USA, la UE no tiene por qué abandonar necesariamente su agenda regulatoria. Debería abordar otras reformas estructurales como una mayor integración, reformar sus mercados de capital, armonizar sus regímenes concursales y adoptar políticas migratorias más atractivas para el talento tecnológico.

P.D. La primera vez que oí el concepto de falso dilema pocho fue a la Dra Ann Cavoukian: aquí.

 

Jorge García Herrero

Delegado de Protección de Datos