Google compra Fitbit: ¿Te toca? (Ojo al Dato en la Ser)
Si la Comisión Europea no lo remedia (y no parece que lo vaya a remediar), en Enero veremos cómo Google consuma la adquisición de Fitbit.
El enlace al podcast (a partir del minuto 1:04:00).
Puedes encontrar aquí todos los audios de Ojo al Dato).
Fitbit comercializa pulseras de actividad, que además de la hora permite conocer los pasos que hemos dado y las calorías consumidas, la calidad del sueño, el estrés o la temperatura cutánea y la oxigenación de la sangre.
Casi 30 millones de personas en todo el mundo usan sus dispositivos. La UE, que tiene que autorizar la compra, tiene una investigación abierta sobre la operación, pero no parece que vaya a torpedearla en definitiva.
¿Cuál es el problema?
Todos esos datos de salud que adquiere google.
Google ha ofrecido crear un silo virtual para mantener separados los datos recopilados a través de dispositivos portátiles, de los otros datos que genera de Google.
Pero dijo lo mismo cuando compró doubleclick y Admob: dos gigantes de la publicidad que absorbió. Sin ellos no tendría el monopolio en el mercado de la publicidad online que tiene hoy. No se ven silos o bloques de datos compartimentados por ninguna parte.
Nada. Rien.
Facebook, por su parte, dijo lo mismo con Instagram y whatsapp: que nunca fusionaría las tres masas de usuarios. Pero ya ha anunciado que integrará las tres mensajerías.
Y Google ya compró DeepMind, una sociedad británica líder en inteligencia artificial aplicada a la salud, que colaboraba con la seguridad social británica para el desarrollo de una app, con amplios accesos a datos de salud de su ciudadanía.
Google se llevó todos esos datos, y se subrogó en sus contratos en un asunto que generó mucha polémica en su día.
Datos de salud: datos de categoría especial
Google busca entrar en el negocio de los smartwatches con un dispositivo completamente integrado en Android, que permitirá que integremos nuestro uso de la pulserita con el calendario, el correo, la música, el mapa. E integremos igualmente todos esos datos de salud que es capaz de recopilar en el perfil que Google ya tiene de cada uno.
Estos relojes y pulseras captan información en tiempo real sobre nuestra salud.
Cuando se valoran los riesgos del acceso de terceras empresas a nuestros datos de salud, normalmente se suele destacar que si las aseguradoras tuvieran acceso a esos datos, nos subirían la prima, nos rechazarían basándose en riesgos que nosotros ignoramos, etc…
Es aún peor: Google ya tiene una rama de negocio desplegándose en el sector seguros (Coefficient, dentro de Verily) y podría, no alterar, sino barrer el mercado en pocos años.
Google será capaz de comercializar sus propios seguros personalizados y de prima personalizada a cada persona y actualizable mes a mes, dependiendo del estado de salud revelado, en tiempo real, por estos dispositivos.
Y lo curioso es que mucha gente estaría dispuesta a probar porque en general los consumidores no están nada contentos con el funcionamiento de sus seguros.
Una vez conseguido el monopolio, vienen las subidas de precios (véase Google photos) o la precarización del servicio (como hace Amazon en muchos lugares de EEUU).
Y una versión depurada de la personalización de servicios es el concepto de “elegibilidad”: Mario es elegible para este nuevo seguro, pero Jorge no. Y ni Mario ni Jorge saben muy bien por qué uno sí y otro no.
Datos inferidos versus datos observados
Y por último tenemos lo de la información no tan evidente que estas pulseras de actividad también registran.
Los fabricantes de estos relojes inteligentes al principio de la pandemia plantearon que serían capaces de indicarnos si nos lavábamos las manos durante el tiempo suficiente, esos 20 segundos recomendados.
Inmediatamente mucha gente se preguntó que si el cacharro sabía reconocer cuándo te lavabas las manos, igualmente podría detectar cuándo estás por ejemplo, tocando la zambomba o practicando el cinco contra uno.
Estamos hablando de que estos dispositivos detectan y por supuesto almacenan tus sesiones de ejercicio en vertical, pero también en horizontal, cuánto tiempo aguantas, cuántas veces repites, si eres más de amaneceres gloriosos o de noches interminables…
Y esa información es relevante, y está especialmente protegida.
Y Fitbit y Google la tendrán.
Así que igual es buena idea quitarse el Fitbit antes de darle la mano a Abraham Lincoln o de azotar a Elvis.
Quizá debas dejar tu pulsera en la mesilla si vas a darle vueltas al asunto en la cama.
O no, tú decides.
Muy buena semana.
Jorge García Herrero
Abogado y Delegado de Protección de Datos