Atajos y sesgos: Ventajas competitivas
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Atajos y sesgos: Ventajas competitivas
Andre Agassi y Boris Becker, dos históricos jugadores de tenis, tuvieron en su día una rivalidad de leyenda, aunque seguramente no tan perfecta y peliculera como la de Nadal y Federer.
Tenían estilos de juego opuestos: Agassi brillaba por su habilidad en el fondo de la pista, y su agresividad y capacidad para devolver golpes desde cualquier posición.
Becker se basaba en su potencia brutal de saque y remate en la red.
Sin embargo, el famoso saque de Becker “por lo que sea”, nunca fue muy efectivo contra Agassi.
En 2009, Agassi publicó “Open”, su autobiografía, en la que sorprendió al mundo por dos cosas: (i) reconoció que siempre había odiado ser tenista y (ii) reveló que había detectado un tic en Becker que le permitía predecir el sentido de su saque.
Becker, sin darse cuenta, hacía un movimiento con la lengua que delataba su dirección.
Si cerraba la boca la bola iba por el centro. Si sacaba la lengua, el saque era abierto.
Agassi descubrió un «heurístico», un atajo mental que le resultó útil. Muy útil. Aunque no fuera infalible, la regla lengua-pelota al costado / no lengua-pelota al centro le daba una ventaja significativa.
Desde el punto de vista de Boris Becker, lo de la lengua era el típico sesgo conductual: un gesto involuntario que reflejaba la dirección del saque, probablemente una asociación inconsciente entre la preparación y la ejecución del saque.
Heurísticos y sesgos: entonces ¿eso-qué-é-lo-que-é?
Cualquier profesional y, muy especialmente, un abogado, se puede beneficiar de adquirir competencias en psicología aplicada.
Ilustrando la importancia de la doctrina Scania comentada en el post de la semana pasada, quiero meterme en charcos ajenos y comentar la diferencia entre “heurístico” (o “atajo mental”) y “sesgo”.
A estas alturas, ya sabemos que nuestro cerebro es el órgano más vago del cuerpo: nos engaña constantemente con tal de currar lo menos posible.
Esta pereza explica cosas como tu facilidad para creerte esa noticia o hacer tuyo ese argumento, aunque huela a horseshit al kilómetro, sólo porque la has leído en tu periódico favorito, o se lo hayas oído a algún amigo o familiar.
Explica que nueve de cada diez “tenistas” encuestados considera que conduce mejor que nadie o que está mejor informado que el resto.
Por eso es importante saber la diferencia (y consecuencias) entre «heurístico» y «sesgo».
a.- Heurísticos o “atajos”
Los heurísticos son atajos mentales o estrategias que simplifican la toma de decisiones: el ejemplo más cercano son los refranes o, concretamente en lo jurídico, los adagios latinos.
Cuando dices “el que puede lo más, puede lo menos”, “in vino veritas” o “prior tempore potior iure” estás haciendo un alarde de pereza disfrazada de sabiduría, como dijo el maestro.
Porque todas las generalizaciones tienen sus excepciones (léase con voz de cuñao: “la excepción confirma la regla”): todos los heurísticos son generalizaciones sintéticas.
El tema es que un refrán, un atajo, un heurístico, muchas veces es útil: viene bien: ayuda a tomar decisiones poco importantes rápido, sin pensarlo mucho.
Último ejemplo: un atajo útil en protección de datos es “menos es más” (principio de minimización).
b.- Sesgos
Ya luego los sesgos son otra cosa: son desviaciones sistemáticas de la racionalidad. Fisuras en el funcionamiento del sistema que siempre traen problemas. Cuando hay un sesgo de por medio siempre hay vencedores y vencidos.
Un sesgo es una inclinación o tendencia sistemática que distorsiona el juicio o la toma de decisiones. Puede surgir cuando un heurístico es mal aplicado o influido por factores externos, como prejuicios o limitaciones cognitivas.
Ejemplos: En un par de posts hace meses comenté un montón de sesgos en el contexto de la inteligencia artificial.
Lo de la lengua era un sesgo de Boris Becker: no era (ni mucho menos) consciente de su «tic». Su automatismo le hacía predecible (y vulnerable), lo que se traducía en una desventaja competitiva para Agassi.
Ese sesgo en su comportamiento rompía el equilibrio teórico entre rivales, y menoscababa sus estrategias por buenas que fueran.
Los sesgos hacen vulnerables a quienes los padecen (y todos los padecemos). El principal problema es cuando actuamos o decidimos “automáticamente” frente a un tercero que sí es consciente de nuestras limitaciones. O cuando jugamos en un escenario montado por ese tercero para sacar partido de ellos.
¿Y dónde quiero ir a parar con todo esto?
Pensar que “el consentimiento es la base más garantista” es un heurístico.
Pensar que “el interés legítimo es un cajón de sastre” al que acudir para hacer de todas formas lo que sabes perfectamente que no puedes hacer, es un heurístico.
Más concretamente son heurísticos de mierda, porque han sido reiteradamente calificados como erróneos por autoridades y jurisprudencia.
Identificar sesgos ajenos te da una ventaja obvia.
Pero la verdadera oportunidad está en identificar sesgos en el sistema.
Bien como errores colectivos no detectados, o bien como oportunidades optimizadas de cumplimiento escondidas a la vista de todos.
A esta última categoría pertenece, creo, la doctrina Scania: un sesgo en el que hemos caído todos los operadores, y que ha tenido que subrayar un par de veces el TJUE para que empecemos a sentir por dónde sopla el aire.
Otras oportunidades tratadas a lo largo de los años en el blog han sido cosas como el test de compatibilidad, la interpretación casuística de las transferencias internacionales de datos, la interpretación extensiva de la base contractual del 6.1.b) RGPD, lo de la biometría, lo del Facebook login y doscientas aplicaciones del interés legítimo como ésta ésta y ésta otra.
En el capítulo de fallos 404 del sistema que no lo parecen porque todo el mundo los comete tendríamos recientemente el tema de las “habilitaciones legales” y ya luego el Whatsapp para el curro, las predicciones algorítmicas, el pay or okay, los “shenanigans” de la jurisprudencia en control laboral, o el difunto 58 bis de la LOPDgdd.
Muuuy buena semana.
Jorge García Herrero
Abogado y Delegado de Protección de datos